Generalizando se puede decir que una comunicación alternativa lo será más o menos, en la medida que subvierta el orden moral, político, social, tecnológico, cultural, simbólico e ideológico que exista en una realidad concreta.
Podemos afirmar incluso que las comunicaciones constituyen en muchos casos, el principio conservador-inductor de comportamientos sociales. Por lo tanto, cualquier propuesta de comunicación que pretenda ser alternativa presupone el rechazo fundamental a la comunicación vigente. Es decir, que rechace y combata el orden que mantienen los medios de comunicación oficiales o aliados y legitimadores del poder imperante (en nuestro caso el capitalismo).
En la actualidad, y dado el perfeccionamiento de estos medios, su gran baza es espectacularizar y explotar la información en su versión más canalla, para hacerla más atractiva al consumo. El mensaje objetivo ya no vende. Las personas o movimientos sociales que combaten el poder (capitalismo) no tienen cabida en el circo de la información. Cuando son el centro de atención, porque alguna circunstancia les hace atractivos y espectaculares, sufren tal manipulación que su mensaje queda totalmente tergiversado cuando no anulado. Existen infinidad de casos: huelgas, manifestaciones de minorías, insumisión, okupación, Duro Felguera, agresiones fascistas...
Así pues, la comunicación alternativa, debe luchar contra estos mass-mierda para que nadie ni nada se quede fuera de la estructura comunicacional. Todos y todas tenemos derecho a informar sobre nuestra realidad y que nos informen otros de la suya, sin que nadie manipule dicha realidad a su antojo y beneficio.